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NIÑOS TRANS

¿Ayudar a los niños con disforia de género o usarlos para fines ideológicos?

Mtro. Gustavo Aguilera Jiménez



El próximo 13 de octubre la Suprema Corte de Justicia de la Nación discutirá el proyecto que puede permitir que menores de edad cambien de género sin dictamen psicológico, incluso sin consentimiento de sus padres.


Existen niños que se sienten niñas y niñas que se sienten niños. Representan un porcentaje ínfimo de la población infantil. Los profesionales de la salud mental llaman a esta problemática “disforia de género” (encontrarse a disgusto con el propio sexo-género). Pero la ideología de género ha querido normalizar esta situación como muchas otras y los ha comenzado a llamar “niños trans”, queriendo etiquetarlos como pequeños transgéneros.


Lo preocupante de este proyecto es que no se dará la atención debida a estos niños. De hecho, en la actualidad, no se les hacen verdaderos estudios. En la mayoría de los casos se toman el gusto de los niños por las muñecas y los vestidos de niñas, o el gusto de las niñas por los carritos y juegos de los niños como si esos roles determinaran su identidad sexual, cuando lo que determina la sexualidad humana es la función reproductiva, ahí se manifiesta fuertemente la sexualidad, aunque el ser varón o mujer permea toda la persona. Usar pantalón o falda no determina la sexualidad, sino la función reproductiva.


La ideología de género aprovecha el susto de los padres para darles falsas y fáciles salidas: “si así se siente, tienes que apoyarlo”, “si tu hijo prefiere jueguitos y vestidos de niña, es que es una niña atrapada en el cuerpo de un niño”, “tu hijo nació así”.


¿Qué pasará con estas leyes? En lugar de ayudar a los padres y a los niños a llevar un proceso de coherencia de sexo–género, se les etiquetará como niños o niñas “trans”, se les seguirá el juego a sus sentimientos discordantes y se les cambiará su nombre en todos los documentos oficiales y se les dejará vía libre para los tratamientos hormonales (con bloqueadores hormonales) y en algunos casos se harán cirugías en sus órganos sexuales sanos, tratamientos irreversibles, radicales y peligrosos. Tan peligrosos que los bloqueadores hormonales no están aprobados por la FDA (organismo que regula los medicamentos en los Estados Unidos). Por esta razón, la Dra. Michelle Cretella, presidente del Colegio Americano de Pediatras, afirma que lo que está ocurriendo “equivale a una experimentación masiva y esterilización de jóvenes”. Es curioso ver que, mientras en México se promueven esta apertura total a terapias para menores de edad, en Europa se estén poniendo restricciones, como en Inglaterra, donde los jueces determinaron que “es muy poco probable que un niño de trece años o menor sea competente para dar su consentimiento para la administración de bloqueadores de la pubertad”.


La incoherencia es que una ideología puede saltarse todo sentido común e impulsar a legisladores a prohibir que los menores de edad puedan fumar o tomar alcohol, pero permite que decidan hacer cambio de género. Qué bueno que existe la norma de no vender alcohol a menores. Qué mal que se piense que un menor de edad puede decidir sobre algo tan íntimo y tan trascendental como su identidad sexual basado en sentimientos y no en datos objetivos.


La ciencia demuestra que estas situaciones de disforia de género suelen desaparecer en la adolescencia, cuando la biología se manifiesta en la química hormonal y los niños sienten una atracción fuerte por las niñas y viceversa. O incluso antes de la adolescencia se puede dar un adecuado tratamiento para que esa disconformidad desaparezca.

El 41% de los adultos que hicieron un proceso químico y quirúrgico de cambio de sexo presentan intentos de suicidio. “Cambiar de sexo es una imposibilidad metafísica porque es una imposibilidad biológica” afirma Robert P. George, experto en jurisprudencia en la Universidad de Princeton.


Investigadores de la Clínica Mayo publicaron en 2010 un estudio efectuado en 1833 personas que “reasignaron” su sexo y concluyeron que no hay evidencia para decir que la reasignación de sexo a través de tratamientos hormonales mejoren la disforia de género, el funcionamiento psicológico, la función sexual y la calidad de vida en general. También se pueden consultar los estudios de 2011 de Cecilia Dehjne y colegas de Suecia.


Estos niños necesitan comprensión, tratamiento y prevención, y merecen ser resguardados de ideologías que pretenden usarlos para avanzar en su agenda de visibilización y normalización de disfunciones sexo-género.


Firma esta petición para que no se apruebe este proyecto y que mejor ayuden de verdad y en la verdad a estos niños y a sus padres.


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